Enriqueta Martí, la vampira de Barcelona o la vampira del carrer Ponent, fue acusada de la desaparición de decenas de niños a los que secuestraba, prostituía, torturaba y mataba para extraerles la sangre y venderla. Hoy, la escabrosa historia es representada en formato de musical en Barcelona bajo el nombre de La Vampira del Raval.

En una época en la que no se había descubierto la penicilina y la tuberculosis avanzaba de manera alarmante entre la población, existía la creencia de que la sangre servía para combatir esta y otras enfermedades, como la anemia. Y es por ello que la venta de sangre, principalmente de niños, circulaba por toda la ciudad.

Enriqueta Martí (1868-1913) decidió dedicarse a la prostitución antes de cumplir los 20 años. Era descrita como una persona «agraciada, de voz dulce, fascinadora, parecida a una hechicera».

Apenas tres años después de la Semana Trágica en Barcelona, los rumores sobre la desaparición de niños y niñas en la ciudad condal empezó a coger fuerza y fue extendiéndose por calles y plazas. El 10 de febrero Teresita Guitart desapareció de la calle de San Vicente mientras su madre se había distraído charlando con una vecina. “En aquel momento apareció Enriqueta y le dijo: ‘¿Quieres un caramelo?’, acto seguido le puso un pañuelo con olor a una planta somnífera y la atontó lo suficiente como para taparla con una capa y hacerla desaparecer por un callejón”, relata el periodista Sebastià D’Arbó.

Los crímenes de Enriqueta Martí sucedieron en un ambiente miserable. En la plaça del Padró confluían muchas callejuelas, era el lugar donde los niños del vecindario solían jugar. Cuando anochecía, y al no haber todavía luz eléctrica, la plaza se convertía en un sitio idóneo para que la vampira del Raval cometiera sus secuestros. Enriqueta trasladó a Teresita a su casa. Allí había otra niña, Angelina -se la robó a su cuñada en el parto, según la propia Enriqueta relata, aunque nunca se demostró-. Las niñas se pasaban el día encerradas en una habitación, una prisión de donde no podían salir. Pero en una ocasión, en que la vampira se ausentó, Teresita consiguió escapar y asomarse por una ventana.

El secuestro de la pequeña corrió como una pólvora por toda la ciudad. Todos los esfuerzos policiales hubieran resultado nulos, como casi siempre, si no hubiera sido por una vecina curiosa: Claudina Elías, que un buen día se fijó en la cara de una niña que la miraba a través de un ventanuco. A pesar de que la pequeña llevaba la cabeza rapada, la reconoció: era Teresita Guitart. La noticia llegó a oídos de un colchonero que tenía la tienda en la misma calle de Poniente –actualmente, Joaquín Costa- y este se lo hizo saber al brigada Ribot, de la policía de Barcelona.

El descubrimiento movilizó la búsqueda de las autoridades, que consiguieron entrar en la casa de Enriqueta Martí con la excusa de que los vecinos la habían denunciado por tener gallinas en casa. El brigada Ribot entró en el domicilio y encontró a la pequeña. “¿Cómo te llamas guapa?”, le dijo, y la niña respondió: “Felicidad”. “¿No te llamas Teresita?”, insistió, “Aquí me llaman Felicidad”, afirmó la secuestrada. El 27 de febrero de 1912 -hace 100 años- se procedió a detener a Enriqueta Martí y se destaparon sus atrocidades, las cuales salpicaban a importantes burgueses catalanes que podrían haber sido sus clientes habituales. Pero, como suele suceder en estos casos, se consiguió echar tierra al asunto. La vampira del Raval fue linchada por otras presas en la cárcel. Dicen las malas lenguas que su muerte fue premeditada, para evitar que declarase en el juicio.

En la actualidad, se representa en el mismo barrio donde ocurrieron los hechos, la obra La Vampira del Raval. El director, Josep Arias Velasco, ha sido capaz de adaptar el episodio en una comedia musical en que el espectador tanto puede soltar una carcajada como erizársele el pelo.  “Es una forma de contar la historia de una manera divertida y que el público entienda exactamente el drama de lo que pasó”, explica Pep Cruz, en el papel del brigada Ribot en el espectáculo.

Puedes acercarte el Teatre del Raval y disfrutar de este musical los jueves y viernes a las 20.30 horas, los sábados a las 18.30 y 22.00 horas, y los domingos a las 19 horas. El precio de las entradas oscila entre los 18 y los 30 euros.